jueves, julio 28, 2011

La Oración

Una de las claves para la labor pastoral, sino la más imporante, es la oración. Una vez leí un librito de la oración donde proponía que la oración no es hablar incesantemente con Dios, sino que la oración es 'caminar con Dios'.
Le encuentro mucho sentido, aunque de todas formas uno no puede caminar con Dios así mudo, sino que Dios espera que le escuchemos, pero que además le respondamos.
Existe un concepto llamado 'escucha activa' que utilizan como estrategia los terepeutas para atender a sus pacientes y descubrir lo que realmente quieren comunicar. Bueno, de la misma forma Dios ya sabe lo que realmente queremos comunicar, porque conoce nuestro corazón y los pensamientos más íntimos, pero de todas formas espera que lo expresemos de la misma manera que en la carta  a los Romanos, el apóstol Pablo refiere la recomendación de creer y confesar verbalmente (Romanos 10:9-10).
Así que te recomiendo que cuando ores, emitas las palabras que salen del corazón. Sin repeticiones vanas y ajenas a tus sentimientos sino que sean las palabras que tu razón expresa.


A continuación te comparto un breve estudio del término 'oración'...

 La oración en la Biblia es dirigir palabras audibles hacia Dios.

Estas palabras poseen un significado que surgen de los afectos personales y el razonamiento intelectual del creyente en un contexto humano, tanto individual como social.


ORAR, ORACIÓN

1.Verbo ‘eucomai’, orar a Dios. Se utiliza con este significado en 2 Co 13.7, 9; Stg 5.16; 3 Jn 2: «deseo». Incluso cuando, como en este último pasaje, y en Hch 26.29; Hch 27.29; Ro 9.3, se traduce denotando deseo, la indicación es que la oración está implicada en ello.

2. proseucomai, orar. Se utiliza siempre de oración a Dios, y es el término más frecuente que se utiliza para ello, especialmente en los Sinópticos y en Hechos, una vez en Romanos 8.26; en Efesios 6.18; en Filipenses 1.9; en 1 Timoteo 2.8; en Hebreos 13.18; en Judas 20, principalmente traducido con el verbo orar, pero también en alguna ocasión como «pedir». Para la instrucción en 1 Ts 5.17.

3. deomai, rogar. Se traduce «orando» (Lc 21.36); «como hubieron orado» (Hch 4.31); «oraba» (10.2); «orando» (1 Ts 3.10).



 (1) proseuque se utiliza de la oración en general; deesis destaca el sentimiento de necesidad; se utiliza en ocasiones de una petición de hombre a hombre.

(2) En los papiros, enteuxis es el término regular para una petición a un superior. Para el sinónimo aitema, véase PETICIÓN; para jiketeria (Heb 5.7,


(3) «La oración se dirige apropiadamente a Dios el Padre (Mt 6.6; Jn 16.23; Ef 1.17; 3.14), y al Hijo (Hch 7.59; 2 Co 12.8); pero no hay ningún caso en el NT en el que haya ninguna oración dirigida distintivamente al Espíritu Santo, por cuanto en tanto que el Padre está en el Cielo (Mt 6.9), y el Hijo está a su diestra (Ro 8.34), el Espíritu Santo está en y con los creyentes (Jn 14.16, 17).

»La oración debe ser ofrecida en el Nombre del Señor Jesús (Jn 14.13); esto es, la oración tiene que estar en armonía con su carácter, y debe ser presentada en el mismo espíritu de dependencia y sumisión que le señaló a Él (Mt 11.26; Lc 22.42).

»El Espíritu Santo, siendo el único intérprete de las necesidades del corazón humano, hace su intercesión por ellas; y por cuanto es imposible al hombre la oración aparte de su ayuda (Ro 8.26), a los creyentes se les exhorta a orar siempre en el Espíritu (Ef 6.18); cf. Jud 20 y Stg 5.16, cuya última cláusula debería probablemente leerse: ‹la súplica obrada internamente (esto es, por parte del Espíritu Santo) de un justo puede mucho› (o, ‹prevalece grandemente›, iscuo, como en Hch 19.16, 20).

»No por ello tiene que estar el entendimiento menos involucrado en la oración (1 Co 14.15), y la voluntad (Col 4.12; Hch 12.5; donde ‹sin cesar› es, lit., ‹extendida›); véase también Lc 22.44.

»La fe es esencial para la oración (Mt 21.22; Mc 11.24; Stg 1.5-8), porque la fe es el reconocimiento de, y la encomendación de nosotros mismos y de nuestros asuntos a, la fidelidad de Dios.

»Allí donde los judíos eran numerosos, como en Tesalónica, tenían generalmente una sinagoga (Hch 17.1); cuando eran pocos, como en Filipos, tenían meramente un proseuque, o ‹lugar de oración›, de dimensiones mucho más pequeñas, y generalmente construido junto a un río para poder disponer del agua necesaria para las abluciones preliminares prescritas por la tradición rabínica (Hch 16.13, 16)» (de Notes on Tessalonians, por Hogg y Vine, pp.189-190).


Otra clave para pastorear una iglesia es leer frecuentemente la ética de Jesús señalada en Mateo 5, 6 y 7, conocido como el Sermón del Monte.


Bueno, un abrazo y que la gracia de Cristo te sostenga.


Pr. Miguel Lineros Álvarez